Todos a Windsor a vivir «el cuento de hadas»
Miles y miles de personas, entre quienes pasaron la noche ahí y quienes madrugaron para tomar el tren, llegaron a la ciudad inglesa de Windsor este sábado para vivir en persona la boda del príncipe Enrique y Meghan Markle. «Es como un cuento de hadas», suspiraba un turista en el primer tren que partía a Windsor desde la estación londinense de Paddington, bautizado para la ocasión como el «Harry and Meghan Central».
Windsor, Reino Unido, 19 de mayo de 2018 (Noticias D58).- Al llegar a esta localidad a orillas del Támesis que este sábado recibirá a 100.000 personas -más de tres veces su población-, los visitantes fueron recibidos por un cielo azul, policía fuertemente armada y escáners como los de los aeropuertos.
Tras superar esos primeros obstáculos, empezaron la caminata para unirse a los que pasaron la noche aquí, con el fin de buscar un buen lugar en el recorrido que harán los recién casados en carroza descubierta.
«Hacía tanto frío la pasada noche, no he pegado ojo, pero nadie se fue», dijo a la AFP Maureen Hayward, una jubilada que llegó a Windsor el viernes por la tarde.
«Estuvo bien. Hacía frío pero nos tomamos unas copas, tratamos de dormir, y no pudimos», afirmaba Pippa Natschall, que vino de Australia para el gran día.
«Sólo había un lavabo en el lugar y una larga cola», añadió esta mujer de 46 años, que delimitó su zona de acampada con banderas británicas.
Por todas partes, la Union Jack
Los colores de la Union Jack, la bandera británica roja, blanca y azul, dominaban las calles.
Dos canadienses vestían un traje de una pieza con la hoja de arce de la bandera de su país, otro vestía como Mr Bean, el personaje cómico encarnado por el actor Rowan Atkinson. También los había que vestían la bandera estadounidense y legiones que portaban la británica.
La fiesta empezó pronto para los somnolientos pasajeros del primer tren desde Londres, poco después de las 5 de la mañana (04H00 GMT), desde la estación de Paddington. Como es día de tradiciones británicas, el tren salió con retraso.
«Me desperté a las cuatro de la mañana cuando tenía 12 años para ver casarse a la princesa Diana y desde entonces estoy enganchada», explicó Heather Miller, de 49 años, estadounidense de Colorado (oeste), mientras esperaba el tren vestida con una camiseta con la foto de los novios.
La acompañaban Karen Wallace, de 53 años, y su marido, no tan entusiasmado con todo este asunto.
Según la policía del Valle del Támesis, 5.000 periodistas cubrirán los fastos en Windsor.
Los admiradores más radicales de la familia real llevan días en la ciudad, distraídos por el trasiego de policía y equipos de televisión.
«Nos envidian»
La ciudad es una fortaleza: hay barreras por todas partes, el centro está cerrado al tráfico y hay francotiradores de la policía en numerosas azoteas.
Quienes llegaron el jueves a Windsor saborearon ya los aperitivos de la boda, como el ensayo del jueves en el que participaron los novios. El viernes por la tarde, Enrique y su hermano Guillermo, su padrino de bodas, salieron a saludar a la gente congregada a las puertas del castillo de Windsor, estrechando manos y charlando brevemente con ellos.
La enfermera jubilada Cynthia Osborne viajó desde Gales (sudoeste), ataviada con un vestido con la bandera británica y un sombrero con el dragón de la enseña galesa.
Unos estadounidenses pidieron hacerse una foto con ella.
«Creo que nos tienen un poco de envidia, no sólo los estadounidenses, sino también los europeos», dijo a la AFP tras hacerse la foto.
Redacción con fuente: AFP
Edición: Villasmil, Henry
Gráficas: AFP