Opinión-Editorial

A propósito del Día de la Juventud

 

Realmente es alarmante lo que observo entorno a la humanidad y no pretendo ser profeta del desastre ni tampoco me inclino a crear polémica, solo me ocupo a veces de analizar escenarios, tal vez muy semejante a como logramos prever hacia donde se dirige un valor con un buen análisis técnico en la bolsa de valores o el mercado criptográfico.

Hago esta reflexión a propósito del «Día de la juventud», en honor y en conmemoración a los jóvenes que acompañaron a José Félix Ribas y Vicente Campo Elías durante la Batalla de la Victoria en 1814 (Venezuela).

Pequeña reseña de aquel hecho histórico repleto de gallardía y heroísmo por parte de esa eterna juventud, venezolana.

«La Batalla de la Victoria empezó antes de las 8:00 de la mañana, nueve horas después ya entrando el atardecer, aún no se definía un vencedor. Fue durante esta contienda que Ribas motivó a sus tropas elevando aquella proclama que reza: “En esta jornada que será memorable, ni aun podemos optar entre vencer o morir: ¡necesario es vencer! ¡Viva la República!».

Por este invaluable logro, Ribas recibió el título de “Vencedor de los Tiranos” de parte del Libertador, Simón Bolívar. Posteriormente a ello, El presidente Joaquín Crespo, el 13 de febrero de 1895, creó un monumento en honor a Ribas, en La Victoria, estado Aragua, justo en el lugar donde se llevó a cabo la batalla.

El 10 de febrero de 1947, la Asamblea Constituyente decretó que el 12 de febrero de cada año se conmemoraría el Día de la Juventud, con el fin de dar a conocer y recordar los hechos tan significativos que ocurrieron para esa época, los cuales marcaron un hecho transcendental en la historia de Venezuela».

Hoy día claramente vivimos en otra era y no es lógico comparar los tiempos cronológicos —existe factores y variantes muy divergentes—, sin embargo, si podemos debatir sobre varios puntos en especifico tal caso son los valores y las virtudes generacionales que parecen cada vez tomar en su valor intrínseco una tendencia alcista por la escasez del mismo en una suerte de Bitcoin finito.

Hago una retrospectiva y de vuelta a las odiosas comparaciones, recuerdo en mis años mozo, como eramos tan alegres e irreverentes como cualquier joven de la actualidad —siglo 21—, solo siento que poseíamos reglas y mayor interés por el aprendizaje, es solo mi perspectiva. En resumen eramos «rebeldes pero con causa» en un alto porcentaje de los casos.

Hoy es otro cuento, tal vez me odien por expresar esto, pero es lo que observo a diario, jóvenes menos preparados académicamente, juventud timorata, imberbe, irrespetuoso, agresiva, carente de valores y perdida.

En nuestro caso particular —Venezuela—, quizás peor, persuadida y timada por mas de 20 años de un gobierno con claros idealismos marxista. Pero no ahondaremos en la política en este escrito.

Lo cierto es que en los últimos tiempos me he sorprendido tanto observar como un joven de 25 o mas años de vida, no sabe bailar un bolero, o simplemente no conoce ni papas de cultura general, desconoce cual es la capital de estado Delta Amacuro, no sabe que es un pájaro dodo, por mencionar cualquiera cosa, aseveraciones que nos parecerán a muchos triviales pero que desnudan abiertamente la apatía hacia el conocimiento de las llamadas generaciones Millenians y Z.

Entonces vienen a mi mente las interrogantes ¿Que sucedió? ¿En que momento perdimos el camino?

La respuesta también las encontré en mis neuronas mas antiguas. Los seres humanos aprendemos básicamente de lo que observamos y la primera educación comienza en casa. Entonces como padres en parte somos responsable de lo que hoy vivimos ciertamente.

Una sociedad no tiene un futuro claro si educamos a nuestros hijos de la forma errónea, ellos protagonizan el mañana y serán los lideres en las futuras décadas.

¿Hicimos nuestra tarea como padres? ¿O solo nos limitamos a consentir y hacer de nuestros hijos unos seres dependientes y vacíos de valores y actitudes?

Quisiera creer que estoy equivocado y que solo es un lapsus mental que desaparece con el tiempo, pero me queda la inquietud.

Deseo ver grande y prospera a la juventud del mundo, que logren recuperar la esencia del aprendizaje y que consigan ser mejores padres que nosotros.

¡Feliz día de la juventud!

Henry Villasmil

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