Miguel Cabrera está de vuelta gracias a su reinvención como bateador en las grandes ligas
El calendario apenas comienza. Estamos completando el primer cuarto de temporada y ya en 2020 vimos que el aragüeño dejó lo mejor para la segunda mitad (el cálculo es manual, porque la justa duró solo 60 choques, pero igual se puede hacer).
Estados Unidos, 17 de mayo de 2021 (ND58).- Cabrera descargó otros dos hits este domingo, para llegar a 2.883. En términos tradicionales, su bate está que arde. Luego de comenzar la temporada con un gélido average de .098 y un pírrico promedio de embasados de .179 en sus primeros 17 juegos, ha dado 11 imparables en sus siguientes 8 encuentros y sus promedios han sido de .367 con el bate y .467 de OBP. Ese es el paleador que todos queremos ver.
¿O no? ¿Cuántos de ustedes están esperando que Cabrera persiga los 500 jonrones con la misma determinación con que se acerca a los 3.000 hits?
El inicialista de los Tigres de Detroit parece haberse reinventado para recuperar la consistencia. Esa tiene que ser la conclusión al ver todo lo que está haciendo en el home y tratándose de un toletero de tal inteligencia.
Los primeros resultados son positivos, ¿verdad? Su average ha subido de .098 a .187 en cuestión de 10 días. Ha empujado cinco carreras en esos ocho duelos. Cinco veces ha disparado al menos dos hits por compromiso. Es el Cabrera que tanto anhelamos, el que permanecía oculto tras los problemas físicos del último lustro y el natural avance de la edad.
El contraste está en la desaparición del poder. No ha dado un extrabase desde el 27 de abril. Y lo curioso es que eso pareciera ser una decisión personal.
¿Está sacrificando Cabrera los dobletes y jonrones, eliminando el riesgo de sumar ponches, por un mejor contacto y más hits?
La aparente falta de fuerza (sus batazos promedian una velocidad de salida de 87,9 millas por hora) pudiera ser señal de declive si él no viniera de un 2020 en el que estuvo entre los líderes de toda la MLB, con conexiones que salieron a una media de 93,2. Después de la molestia en el bíceps izquierdo, sufrida hace un mes, no ha vuelto a dar señales de dolor y el manager A.J. Hinch tampoco ha vuelto a exteriorizar su preocupación.
Su batazo más duro salió a 111 millas por hora, como en sus mejores, buenos tiempos. El cambio, insisto, pudiera ser voluntario.
El principal indicio está en sus conexiones: solo uno de esos 11 hits de los últimos días ha sido un elevado, aquel que dio contra la pared del jardín derecho y que, por rebotar rápidamente a las manos del jardinero, terminó convertido en sencillo. Los demás han sido rodados o líneas muy bajitas, que han encontrado el modo de superar al infield.
Cabrera ha subido su average, gracias a ello, pero en el mismo lapso tiene .367 de slugging. ¿Se fijaron? El mismo slugging que su average. Si no hay extrabases, no crece el slugging, es lógico.
La razón principal tiene que ver con la decisión del venezolano de seguir bajando el ángulo de su swing. Desde que existe la medición de Statcast (2015) éste siempre ha estado por debajo del promedio de los principales aporreadores de las Grandes Ligas (ha ido de 11,8 grados, que es su rata «normal», a apenas 8,2 grados hoy, un swing casi horizontal).
El resultado es que está dando más roletazos que nunca (el 53,8 por ciento de sus conexiones, según Frangraphs). Como este dato sí está recopilado desde su llegada a la MLB, en 2003, podemos contrastarlo con mejor rango de acierto: de por vida, esa media para él es de 41,8 solamente.
Algo similar encontramos al comparar la frecuencia con que está consiguiendo darle con la maceta del madero (los llamados barrells), así como con la frecuencia de sus líneas y elevados. Parece claro que está cambiando una cosa por otra.
¿Y cuáles son los resultados? El primero y más obvio ha sido la mejora de su average. Ese .367 es una fiesta. Pero ese average también está sujeto a un nuevo vaivén. No es lo mismo vivir de enviar la pelota por encima de las cabezas de los infielders que tratar de superarlos con batazos bien colocados. Amén de sacrificar los extrabases, se corre el riesgo de sufrir ante defensores con mayor alcance o mejor posicionados.
Pero hay otro resultado que no debemos menospreciar: Cabrera estaba ponchándose en exceso. Su mal comienzo y sus horrendos promedios tuvieron mucho que ver con su fracaso para evitar el tercer strike. El dato impresiona. Hasta el 5 de mayo acumuló 22 chocolates en 67 apariciones, nada menos que 33 por ciento de las veces que fue a batear. ¿Y ahora? Un vuelco total.
El nativo de Maracay ha sido fusilado solamente en 4 de sus 35 viajes a partir del 7 de mayo, cuando parece haber empezado este rediseño personal. Eso es 11 por ciento. Y sí, aunque la muestra es pequeñísima, su paso es realmente inferior a la media de toda su trayectoria desde 2003 (17,4 por ciento).
¿Cuál es la ventaja más obvia de eso? Enviar su average hacia arriba. Aunque está pegándole menos fuerte a la bola y está sumando muchos más rodados que elevados o líneas, poner la pelota en juego ya es un avance, porque pone en acción también el juego del gato y el ratón con los defensores del cuadro. Y siempre habrá una posibilidad de que la pelota pase al outfield, en comparación a la condena a cero que representa poncharse.
Así que allí lo tenemos. Pareciera que Cabrera ha decidido aplicar un plan de reingeniería, en busca de la consistencia y la confianza perdidas.
El calendario apenas comienza. Estamos completando el primer cuarto de temporada y ya en 2020 vimos que el aragüeño dejó lo mejor para la segunda mitad (el cálculo es manual, porque la justa duró solo 60 choques, pero igual se puede hacer).
Cabrera tiene 38 años de edad. Su talento y productividad no nos van a durar toda la vida. Pero mientras se reajusta para reencontrar el paso que le ha permitido ir dejando atrás a leyendas como Babe Ruth, Mel Ott, Omar Vizquel y Frankie Frisch, mientras sigue avanzando hacia los 3.000 hits, nos da tiempo para comprobar si es cierto que está reinventándose, lo que no debería sorprender. Su inteligencia, después de todo, es una de las herramientas que le convirtieron en uno de los mejores bateadores en la historia de la MLB.
Redacción ND58 | Fuente: Agencias
Edición: Villasmil, Henry
Gráfica: Cortesía.