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Muere George, el último caracol de su especie, tras 14 años de vida solitaria

El caracol «George» ha pasado a mejor vida. El último individuo de la especie Achatinella Apexfulva murió el día de Año Nuevo sin dejar descendencia. Su nombre rendía homenaje a «Solitario George», la última tortuga gigante de las Galápagos. Aunque fueran animales diferentes, ambos vivieron vidas sencillas en cautiverio y llevaron su genoma a un callejón sin salida.

Maracaibo, Zulia, Venezuela, 10 de enero de 2019 (Noticias D58).- «George» tenía aproximadamente 14 años. De las más de 750 especies de caracoles terrestres que habitan las islas de Hawái, la suya fue la primera en ser descrita por la ciencia.

Ocurrió en 1787, cuando el explorador George Dixon recibió un collar lei adornado con las conchas de estos moluscos en la isla de Oahu. Apex fulva significa «punta amarilla», un rasgo común de estos caracoles.

En 1997 solo quedaban diez especímenes conocidos. Los diez fueron trasladados a un laboratorio de la Universidad de Hawái dedicado a la cría en cautiverio. Si bien nacieron nuevos individuos, todos murieron por razones desconocidas.

Todos menos uno. En 2011, «George» se convirtió en el último superviviente de su especie y llevó una vida solitaria en una jaula hasta el pasado 1 de enero.

David Sischo, biólogo del Programa de Invertebrados de Hawái, lo describió como «un caracol tímido» y dijo que nunca lo había visto fuera de su concha hasta cumplir los diez años. Aunque tuviera nombre de chico, en realidad era hermafrodita, pero su especie necesitaba un compañero para reproducirse.

A pesar de su muerte, es posible que alguien pueda clonar a «George» algún día. En 2017, tras saltar a la fama por ser el último caracol de su especie, los científicos cortaron dos milímetros del pie de «George» con una hoja de afeitar estéril y los enviaron en un frasco al zoológico de San Diego, donde permanecen congelados.

Lamentablemente, la clonación podría ser la única salida para otras especies de caracoles de los árboles, conocidos localmente como Kāhuli. Si no se hace nada por protegerlos, el cambio climático y las especies invasoras podrían llevarlos a la extinción.

Asimismo, se cree que en esto (como en muchos otros casos), tienen que ver los humanos, ya que los habitantes de la zona acostumbraban matarlos para usar sus caparazones en la elaboración de collares que usaban y que incluso vendían a los turistas.

Redacción con fuente: web
Edición: Villasmil, Henry
Gráfica: autor desconocido

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