Zulia

Pesca en San Francisco es afectada por derrames petroleros en el Lago de Maracaibo

Más de 15 kilómetros de costa en el municipio San Francisco, principalmente en el sector El Bajo, están cubiertos de petróleo. La capa espesa tiene un ancho de entre 20 y 30 metros y un grosor de 70 centímetros aproximadamente.

Maracaibo, Zulia, Venezuela, 02 de noviembre de 2020 (ND58.- En las comunidades aledañas a la Refinería Bajo Grande de Petróleos de Venezuela (PDVSA) el ecosistema completo sufre el impacto del petróleo que cubre la arena, las rocas, las plantas y se compacta dentro del agua como una gelatina. Se calculan que son más de 15 kilómetros lineales de costa que están afectadas por una capa espesa que hierve bajo el sol

En medio de un recorrido por varios kilómetros de Bajo Grande Playa, La Curva del Muerto, Monte Negro y Bajo Grande, los pescadores afectados explicaron que las tuberías petroleras en el lago tienen entre 40 y 60 años, es decir, ya sobrepasaron su vida útil. Esas mismas tuberías bombean gasolina con plomo, gasoil y petróleo, que terminan derramándose en el estuario porque están rotas.

«Hace como dos años vino una lancha de PDVSA y puso unas grapas en las tuberías, pero al otro día estaban como si no hubiesen puesto nada”, comentaron los pescadores.

«Desde el 2013 no viene nadie para acá. No existimos para la gobernación, la alcaldía, PDVSA, el Ministerio de Petróleo o cualquier otra institución. Esto da dolor», aseguró José Luzardo, vocero principal de los Consejos Nacionales de Pescadores, Pescadoras y Acuicultores (Conppa) del Sur.

Solo en El Bajo, al menos mil 800 empleos directos e indirectos desaparecieron casi en su totalidad por los derrames petroleros y el olvido del Estado. En ese mismo ritmo, los pescadores perdieron más de 100 pacas de chinchorros, equivalente a cinco mil metros lineales de redes. Además de más de 50 pacas de mandingas de camarones, balsas, cayucos, ropa y motores.

Casi todas las especies acuáticas que pescaban, como carpetas, armadillos, bagres, lisa, lebranche, mero y cangrejo orillero, desparecieron de la zona. El camarón, principal sustento de las familias, también «se ahuyentó».

Los lugareños detallan que el petróleo mató a pelicanos, garzas y toninas del Lago. Vacas, becerros y caballos entraron al agua y no salieron nunca más porque quedaron atrapados en el hidrocarburo.

Entre la 1.00 y las 3.30 de la tarde ese petróleo está casi hirviendo. El que se meta sufre quemaduras de tercer grado. De 14 playas activas en Bajo Grande, Bajo Grande Playa y Monte Negro, solo quedan dos y los propios pescadores intentan sobrevivir entre el petróleo y la basura que se pega y acumula.

«En lo que va de años van más de 20 derrames de petróleo, gasoil o gasolina. Todos los años, como hasta el 2013, las instituciones hacían un saneamiento de objetos flotantes (recogían la basura), pero ni más», relató Luzardo.

También aseguró que “hace poco nos metimos por aquí (entre unas gabarras) a sacar basura y las culebras nos iban a matar”.

Según Luzardo, el petróleo también acabó con el trabajo de unos 30 o 40 pescadores bolapie, que “pescaban en la orilla a remo y se ponían el chinchorro en el pie”. Ahora están pasando hambre y muriendo en la miseria.

El punto más crítico impactado por los derrames de petróleo y químicos está en las inmediaciones de la antigua cochinera y en la parte trasera del Club Bajo Grande.

Lo que era antes una bloquera, pescadería, camaronera y aserradero pujante, hoy es un lugar en ruinas y solitario, debido a que los pescadores ni siquiera pueden entrar al lago caminando o en sus embarcaciones por “el gran pantano de petróleo al que no entra ni una piedra”.

Los derrames iniciaron hace 10 años y acabaron con las faenas en las que sacaban cuatro mil kilos de camarón, mil 600 kilos de cangreja, dos mil kilos de palometa o lisa, bagres, corvinas, armadillos y carite.

Solo en lo que va de 2020, los pescadores consultados calculan que se han registrado más de 50 derrames de petróleo en ese punto y funcionarios de PDVSA no han actuado.

Además de las consecuencias ambientales que arrasan con la flora y la fauna, y el descalabro de la economía familiar, la salud y la seguridad alimentaria penden de un hilo.

«Sufrimos ronchas en la piel. Los camarones y pescados salen con petróleo y saben a gasoil o a gasolina. Nuestra dieta en cantidad y calidad está gravemente afectada. Antes si no pescaban bastante como para vender al menos nos alcanzaba para comer en la casa, pero cada vez es menos y a veces nada», relataron.

«Estas orillas también eran un lugar para el esparcimiento familiar y ahora el agua está verde y llena de petróleo. Hemos perdido casi todo», lamentó María Rodríguez, habitante de la localidad. Pobladores de las comunidades pesqueras temen que sus hijos, nietos y sobrinos no conozcan el estuario y queden sin una fuente de alimentos y empleos.

Quienes dependen directa o indirectamente del Lago ahora se dedican a barrer las calles, cortar maleza o vender café, pero “la mayoría están desempleados y muriendo de hambre”.

«Antes, la gente comía tres o cuatro veces a diario, pero me atrevo a decir que ahorita un 60 por ciento de las personas comen una sola vez al día”, resumió Luzardo, líder de los Conppa.

Over Luzardo, miembro y vocero principal de matriculación y seguridad de los pescadores, comentó que le han notificado el problema al gobernador y al alcalde de San Francisco, pero les responden que «deben buscar a los encargados de esa área” en PDVSA.

Los pescadores también participaron en asambleas con el Instituto Socialista de la Pesca y Acuicultura (Insopesca) y con representantes de la Refinería Bajo Grande, pero nadie soluciona.

Ellos mismos se ofrecen a recoger el petróleo, pero necesitan maquinaria como retroexcavadoras y cinco o seis volteos, herramientas y logística. También, solicitan préstamos o créditos para reponer las embarcaciones, redes, ropa y motores que perdieron.

Ahora solo pescan una o dos veces al mes, cuando antes lo hacían todos los días.

  • Redacción: Morales, Carolina (@Vallecarola) | Fuente: Nota de Prensa
  • Edición: Villasmil, Henry
  • Gráfica: Nota de Prensa

 

 

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