Opinión-Editorial

Editorial: El alto costo de informar la pandemia en Venezuela

Vencer la censura y autocensura puede traer grandes consecuencias: cierre de medios, persecución a los periodistas, encarcelación o amenazas contra sus familiares, solo porque les incomoda nuestra labor.

Maracaibo, Zulia, Venezuela, 10 de julio de 2020 (ND58).- La pandemia por COVID-19 ha dejado al descubierto las costuras de todos los gobiernos del mundo: poca inversión en el sistema de salud, corrupción, deficiencia en los protocolos de bioseguridad, y falta de capacidad para tomar decisiones acertadas ante este tipo de emergencia; pero sobre todo, la imperiosa «necesidad» de ocultar las verdaderas cifras y víctimas de esta nueva enfermedad.

Venezuela no escapa a ello. Por el contrario, vemos con preocupación como cada día las cifras aportadas sobre el COVID-19 en el país no concuerdan con la realidad. Como venezolanos estamos acostumbrados a que se nos vulneren los derechos, pero en medio de la pandemia vemos cómo se minimiza la garantía de tener un trato digno en los centros de salud, y se coarta el acceso a la información oportuna y veraz por parte de los funcionarios a cargo de las instituciones.

¿Es posible que en un estado como el Zulia, con 3,7 millones de habitantes, haya solo uno o tres muertos cada día a causa del nuevo coronavirus? Son cifras tan maquilladas como el propio payaso de circo. Solo en naciones con un sistema socialista ocurre este tipo caso, mientras en el resto del mundo cada día reflejan miles de pacientes.

Aún el propio balance que ofrecen en nuestro país no concuerda en sus sumas, sobran o faltan casos y, entonces, cuando tratamos de hacer nuestra labor como periodistas al buscar una explicación de esto, recibimos ofensas por parte de quienes deben mostrarnos la magnitud de lo que ocurre, incluso hasta amenazas por querer reflejar una grandísima realidad que no se puede ocultar.

Vemos con preocupación que los políticos, aún teniendo síntomas de COVID-19, siguen avanzando en la calle pidiendo responsabilidad a la colectividad cuando ellos mismos no la tienen y contagian a equipos enteros de trabajo, ponen en riesgo la población.

En otros países de América Latina los gobernantes han establecido como medidas de protección y protocolos de seguridad que las ruedas de prensa se realicen de forma virtual, pero este no es el caso del Zulia, donde solo se contestan las preguntas complacientes. Vencer la censura y autocensura puede traer grandes consecuencias: cierre de medios, persecución a los periodistas, encarcelación o amenazas contra sus familiares, solo porque les incomoda nuestra labor.

El COVID-19 no se puede ocultar, ni las grandes potencias han podido hacerlo, pero en Venezuela se cree que el pueblo es tonto. En esta calamidad que estamos viviendo, hemos llegado al punto en que casi todos tenemos un familiar, amigo o conocido que se ha contagiado o, peor aún, ha muerto y no son reflejados en ninguna estadística. Su acta de defunción jamás tampoco lo manifestará.

Se jactan de decir que nuestros hospitales están en óptimas condiciones para recibir a los pacientes, incluso tener tantas camas como para tantos enfermos hayan, pero los políticos que padecen de COVID-19 son internados en las mejores clínicas de la ciudad, entonces si están buena la red pública de salud ¿por qué no se atienden en ella?

Cada día vemos cómo se impide que hagamos nuestra labor cuando solo se le permiten a ciertos medios acceder a la información, que además es sesgada; cómo se le impide a la prensa recorrer la ciudad para constatar la realidad, porque los salvoconductos los debemos tramitar en instancias militares a las que no podemos llegar.

Esperemos que todo pase y en algún momento de nuestra historia conozcamos las reales cifras de la devastación que el nuevo coronavirus dejó nuestro país, porque lamentablemente entre cielo y tierra ya no queda nada oculto.

Redacción: NOTICIAS DIGITAL 58
Gráfica: NOTICIAS DIGITAL 58

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