José Luis García: «el ego es uno de los peores enemigos del ser humano»
Hoy estamos por ante uno de los músicos más celebrados de la región y el país. Su nombre es José Luis García Añez, al nombrarlo resuena en la memoria de sus coterráneos el vocablo «Carangano», esdrújulo que materializa el instrumento que emula los redobles de un tambor. A su salida de «Guaco», decidió formar la agrupación que alcanza casi 40 años de génesis.
Maracaibo, Zulia, Venezuela, 09 de octubre de 2019 (Noticias D58).- Muchos músicos se atreven a decir que el maestro José Luis García Añez, es el mejor de los arreglistas de Venezuela. Él es baterista, guitarrista y pianista: un músico concluyente…
El maestro en cuestión, ha conseguido dar respuestas a las necesidades musicales de un público que le sigue, que le aplaude de manera unánime, y, lo ha logrado descifrando los códigos y misterios de la música.
Para aludir sus creaciones exitosas profiere: «son raíces muy bien sembradas, y por tanto muy difíciles de sacar del corazón y así de nuestro repertorio». Bienvenido…
JLG: Gracias por esta oportunidad. Gracias por tanta deferencia, estoy muy contento.
JRR: Las palabras del británico Lawrence Durrell, dan pie para iniciar esta conversación ¿Qué
opina de esa frase?
JLG: Y a veces las palabras también buscan amor. Pienso que es una simbiosis, que es una forma de expresar el afecto, porque el amor sólo se siente. Hay cosas que sólo se sienten que no se pueden tocar; como el aire, que es tan indispensable para el cuerpo, en el ser humano, y no se ve y no se puede tocar. Así es el amor: mágico. Y a través de las palabras y del sonido, con el acompañamiento de un instrumento se forma todo lo que es esa magia de la música.
JRR: Que también es un misterio…
JLG: Es un misterio, es algo místico que no se explica. Tendríamos que hacer unos cuantos programas para descifrar lo que es la música. Yo, que he estado desde los ocho años haciendo música me siento muy agradecido con Dios por ese don por ese permiso que me dio para poderlo hacer.
JRR: ¿Cuándo descubre sus aptitudes hacia la música?
JLG: Desde el vientre de mi madre porque, recuerdo que desde los cuatro años ya tocaba el cuatro venezolano. Me crie en una familia donde había chelos, contrabajos, pianos; vengo de una familia de músicos que eso ya viene en la memoria genética, en el ADN. Con esa chispa sólo hay que hacer contacto y se despierta en uno lo que viene a hacer como tarea a este mundo.
JRR: ¿Cómo percibe el camino recorrido en estos años?
JLG: Lo veo como un electrocardiograma: subiendo y bajando, (risas…) y eso me permite saber que hay vida. Cuando el electro es recto, ahí no hay nada qué buscar. Ha sido eso: altos y bajos, cuando voy subiendo, es un aprendizaje y cuando voy bajando es otro. O sea, que yo como meta tengo aprender, siempre seguir aprendiendo. Por eso que las palabras, los elogios que a uno le conceden, le causan tanta satisfacción, en mi caso, le pongo un escudo al ego, porque el ego es un enemigo.
JRR: El ego de los artistas es muy particular…
JLG: No sólo el de los artistas: el de los seres humanos. Dicen que el ego es uno de los peores enemigos del ser humano y es el mejor amigo del ser humano.
JRR: El poeta Rafael Cadenas dijo que el problema central de la humanidad ha sido el ego
JLG: Totalmente, y ha sido la solución también. Porque cuando una majea el ego, así como se maneja la tensión arterial: que, si está en sus niveles normales, todo está bien; pero, si sube a 200 hay peligro. Así es el ego. Hay que manejarlo, mientras más elogios, hay que comprometerse más con uno.
JRR: ¿Y el suyo dónde lo ubica?
JLG: El mío está en 120/70… (risas…) ¡Totalmente controlado!
JRR: Cuando uno examina su vida profesional aparece de inmediato el periodo con la agrupación Guaco.
JLG: Ahí estuve durante cinco años. Y salí hace como 40 años, y tengo 40 años agradeciendo. Tengo más años agradeciendo que el tiempo que estuve en la agrupación. Esa fue mi escuela.
JRR: En el año 1979 salió de Guaco y en el 1980 fundó «Carángano».
JLG: Sí, en el año 1980 fundé «Carángano», y en el año 1981 reventó el disco. Fui a Italia y cuando regresé había contrataciones y la gente me identificaba en la calle, para mí era algo nuevo porque nosotros hicimos ese disco de «Regresarás», por un tema que está en ese long play, que se llama «Bonita navidad», y «Regresarás» reventó al año después.
JRR: ¿Qué encontró cuando llegó a Guaco?
JLG: Amistad, gente buena, gente emprendedora como: Gustavo Aguado, Ricardo Hernández. Son músicos que he admirado toda la vida y tengo mucho que agradecerles. Siento que me llevé más de lo que pude dejar. Me llevé conocimientos, por eso te digo que tengo 40 años agradeciendo. Tengo que agradecer al «Pompo» Aguado, quien me dio la oportunidad, no solamente de tocar; sino que me dio responsabilidades. Fui director, tuve la oportunidad de arreglar «Venite pa’ Maracaibo», «María la bollera», «Noche sensacional», muchas canciones que sonaron en la época. Funcionaron porque era un equipo en el que trabajábamos: Ricardo, Gustavo, él siempre fue una persona entregada, su actitud, su juventud nunca la ha perdido. Él siempre ha sido joven y le agradezco su amistad y su forma de ser ¡es un gran amigo!
JRR: Todos los que han pasado por Guaco dieron sus aportes ¿Cuál ha sido el suyo?
JLG: Insisto que recibí más de lo que di. No estoy en la capacidad de decirte lo que pude haber entregado porque no lo cuantifiqué. No sé qué decir. De ellos recibí, apoyo, amistad, reconocimientos. Gustavo hizo un eslogan que decía: «¡José Luis el que acaricia las blancas y las negras!», eso me marcó. Y a Ricardo Hernández lo admiro es un excelente músico, es mi hermano.
JRR: Ricardo Hernández es un excelente músico
JLG: Cantante, guitarrista, arreglista, director. Por eso te digo que doy gracias a Dios por haberme dado amigos como Ricardo, Gustavo y «El Pompo».
JRR: La pregunta ineludible: ¿Por qué «Carángano»?
JLG: «Carángano» es un instrumento barloventeño que es de vida efímera y yo hacía grupos de enero a julio y en julio comenzaba los ensayos con los Guaco. El último grupo que tuve que se iba a acabar en julio, lo armaría en marzo, por allí, iba a tener lo que significaba el «Carángano», que se iba a acabar. Se hace con la palma del coco, suena como unas maracas y con eso se baila; pero el que lo construye amanece haciéndolo. Por eso le puse ese nombre porque se iba a acabar. Por eso hoy tenemos un «Carángano» de hierro, y no fue que se convirtió, sino que lo convirtieron, porque nosotros nos debemos al público. Nosotros hacemos canciones con la ilusión de que va a pegar, de que va a hacer un éxito, de que va a revolucionar y a veces eso no pasa. Eso lo decide el público, y no porque se ponen de acuerdo; eso es como un examen.
JRR: ¿Después de 40 años qué dice el público?
JLG: Te siguen evaluando, te siguen calificando. Retomando lo del nombre por eso le puse «Carángano», porque se iba a cavar en julio y empezaba la temporada. Se hizo un disco improvisado, ese disco no tiene ni sentido. Bueno, la gente le dio el sentido porque hay canciones instrumentales, y sólo 3 cantadas. Yo no soy cantante, yo soy intérprete.
JRR: ¿Cuál es la diferencia entre un cantante y un intérprete?
JLG: El cantante tiende a dar una sonoridad, un vibrato excelente. Da unos tonos, por lo menos el tenor, da un si bemol, allá en do. Y el intérprete es aquel que no tiene mucha voz pero que no desafina o trata de no desafinar. Sabe interpretar mas no cantar.
JRR: Y aquel que no tiene timbre, pero tampoco afina
JLG: ¡Ese no hace nada! ¡Ese que aplauda! (Risas…)
Moraima Gutiérrez, comunicadora social y locutora:
«El maestro José Luis García, un caballero de la música nacional, un académico de corazón noble capaz de compartir su conocimiento con las nuevas generaciones. Un señor de señores, no sólo al verlo en el escenario con batuta en mano dirigiendo la orquesta típica o dirigiendo su orquesta “Carángano” o produciendo o ensayando o arreglando o simplemente conversando con músicos o con nosotros los comunicadores sociales que tanto hemos aprendido de él. Le admiro, le aprecio, le quiero. Él lo sabe, su familia lo sabe y le agradezco profundamente todas sus enseñanzas, que cuando aún él no lo crea, nos ha enseñado muchísimo a quienes frente a los micrófonos compartimos la herencia musical de nuestro país. Y él que se ha paseado de lo académico a lo popular, sabe perfectamente que nosotros, como comunicadores sociales debemos nutrirnos de la labor, del trabajo de producción de nuestros músicos. Para el maestro José Luis García, mi abrazo, mi cariño, mi respeto y consideración y mil gracias por su entrega, por su perseverancia, por su ejemplo, por su cariño y por darse sin condición a los más jóvenes».
JLG: Siento una profunda admiración por ella, mi familia también lo sabe, su familia también lo sabe. Un respeto inmenso y pienso que es una de las mejores. También he aprendido muchísimo de ella ¡Qué Dios le bendiga!, que Dios le dé muchos años de salud para seguir disfrutando de su sapiencia, de su conocimiento y de su amistad.
JRR: ¿Cómo lograr la permanencia en una agrupación donde confluyen tantos talentos?
JLG: Ha habido apoyo de todas las partes. Cuando ellos tuvieron la misma nota, reconocieron el esfuerzo que uno hace para mantener una orquesta, eso es muy importante. Yo tomo el ejemplo de cuando somos hijos y luego somos padres, cuando nosotros somos padres no es que queremos más a nuestros padres, sino que los valoramos más. Por qué nos prohibían las cosas, por qué estaban pendiente. Aquí hay que aprender a manejar los egos. El ego se hace enemigo, cuando está muy alto, si hay que gritarle eso no funciona. Nuestra amistad ha sido de hermanos.
JRR: Me da la percepción de que Erwin Bracho ha sido el solista que más se ha adaptado al estilo de Carángano, ¿eso es así?
JLG: Él es una persona muy versátil, muy inteligente, tiene una súper memoria y cuando yo lo escuché cantar algo me hizo chispa y hay cosas místicas entre nosotros, cosas que no comento tampoco, esa voz identifica a «Carángano» igual que la de Juan Carlos Azuaje. Lamentablemente se nos fue, se adelantó como dice Rubén; «se fue a otro barrio», y Alfredo igual, de la misma manera; entonces hemos hecho esa triada con distintos timbres y la gente lo ha aceptado como tal. Pienso que esa fórmula funcionó.
JRR: Muchos músicos académicos desprecian la tradición sonora del país ¿qué piensa al respecto?
JLG: Yo repetiría las palabras de Jesús: «señor perdónalos porque no saben lo que hacen».
JRR: ¿La música tradicional es complicada?
JLG: Sí es compleja. Y yo no le hago caso a eso, yo no vibro allí en esa frecuencia. De que si el reggaetón, de que si la música clásica. La música es una sola. Yo respeto toda la música.
JRR: ¿Tocar un merengue venezolano es complicado?
JLG: No lo es. Lo que pasa es que hicieron un merengue que interpretó Gualberto Ibarreto, que se toca en 5/8 y no es fácil. La música latina no es que sea difícil: es compleja. El himno del Zulia está escrito a cuatro cuartos pero con un aire de gaita. Y todo está en tresillos, lo pudieron hacer a 6/8 pero lo hicieron a cuatro cuartos. Por eso digo que la música es compleja como todas las cosas en la vida. Hasta lo más sencillo es complejo. La música tradicional es compleja.
JRR: Aldemaro Romero dijo que el género musical más exportable de Venezuela es la gaita zuliana ¿Cuál es su postura?
JLG: Totalmente de acuerdo. Pero hay que corregir unos bemoles poco a poco. Ese es el género que más se puede internacionalizar.
José Luis García Añez, es toda una celebridad, una figura imborrable de la historia de la música del país y el caribe. Su oficio nos entrega formas, posibilidades para entender la Venezuela de hoy. Abatida, desdibujada pero Venezuela.
Redacción por: José Rafael Rivero/@jrrivero29
Edición: Villasmil, Henry
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